Relato de un secuestro



Juan David Grajales es bajo, con gracia natural y una sonrisa escandalosa que va de oreja a oreja, optimista, emprendedor y a veces inocente. Sus manos largas y anchas son el reflejo de una infancia vivida entre el colegio y el trabajo duro del campo. Juan nació en el Horro, se educó en el colegio de la vereda, y gracias al programa Universidad en el Campo no tuvo que ir a la ciudad para obtener el título de Tecnólogo en aseguramiento de la calidad alimentaria. A Anserma viajaba los sábados de mercado a descargar música “electrónica” y a visitar familiares, nunca le ha gustado la guerra más allá de un vídeo juego y siempre le huyó, como muchos de los jóvenes rurales, al servicio militar.

Cuando se graduó de la universidad, accedió con éxito a 40mil primeros empleos, programa del gobierno que buscaba estimular las empresas para que incorporara a jóvenes sin experiencia laboral; sin embargo, el trabajo no superó las expectativas de Juan, y cuando llevaba tres meses, renunció para residir en Pereira, donde esperaba encontrar un trabajo mejor; lastimosamente no fue así y Pereira Risaralda se convirtió en la última ciudad donde pudo ver a un familiar y la ciudad que recuerda sentado en una silla plástica, vestido de camuflado en Saravena Arauca, esperando un boleto que diga salida.


Saravena es una población colombiana donde no se puede hablar de posconflicto. En este municipio el ELN-Ejército de Liberación Nacional-, las BACRIM-Bandas Criminales Emergentes- y el Ejército Colombiano han estado midiendo fuerzas. Es normal encontrarse en las vías y en las calles del municipio, militares con las armas desenfundadas, carros cargados de gasolina traficada desde Venezuela, y es normal leer con cierta periodicidad la lista negra del ELN, donde indica las personas que deben salir del municipio en las siguientes 72 horas.




En los planes de Juan David no estaba vivir lejos de su familia y tampoco pagar servicio militar, no por gusto, por enfermedad. La escoliosis lo obligó a usar desde niño, un corsé ortopédico que lo limitó en las tareas que debía realizar con las manos, por ejemplo, él no puede cargar un chaleco antibalas, una maleta con dotación, ni un fusil en la espalda.

-Hola, habla con la mamá de Juan David. Me dijo Patricia Ramírez por teléfono dos días después del reclutamiento.

-Hola doña Patricia, cuénteme ¿cómo ha estado?

-Muy preocupada por Juan, lo cogió el ejército. Me respondió en voz baja.

-¿Cómo así, él no estaba trabajando? ¿Él no está enfermo? ¿Dónde lo cogieron? Le pregunte indignado.

-Yo no sé. No he podido hablar bien con él. Me llamó anoche y me dijo que lo habían cogido, que no me preocupara por él, que estaba bien y que lo iban a llevar para el Cauca.

-No se preocupe doña Patricia, eso no lo pueden hacer, primero porque él es profesional, segundo porque está enfermo. 

-Eso me dijo, lo malo es que intente llamarlo y me dijo que no lo llamara más porque tenía el celular escondido para que no se lo quitaran.

-Eso está muy raro, intente comunicarse con él o llame al batallón para que le den información. Vaya a una personería. Le respondí.

Doña Patricia repitió la historia 3 veces antes de colgar, su voz era de desespero, su hijo estaba perdido y no sabía dónde buscarlo. Angustiada pasó dos noches, hasta que Juan llegó a Saravena Arauca. Una vez aterrizó, Juan David la llamó y le contó en muy pocos segundos que esa tarde- la tarde que lo cogieron- había conseguido trabajo en Pereira, que en el batallón le habían hecho un mal procedimiento y que lo engañaron a la hora de firmar.



Doña Patricia Ramírez ha hecho lo imposible por su hijo, ha llamado al batallón tantas veces que ya se saben su nombre. Desde su casa en el Horro y con su teléfono celular en la mano, logró que a su hijo le repitieran los exámenes médicos, y esta vez resultó NO APTO, también logró una fecha de salida más próxima; según ella, solo falta un papel con la salida de él y otros compañeros que van a dejar salir por mal procedimiento, pero por el momento, Juan espera sentado con el traje de dotación, lee un libro que encontró por casualidad, lo lee lento me dijo, espera terminarlo cuando este libre, evita salir porque el plan pistola está activo y lo único que desea es volver a su casa para luchar por sus sueños, reinventar las metas con su familia y olvidar este episodio. Tristemente el gobierno lo educó con la consigna de cambiar la sociedad; pero lo envió a la guerra.







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